Barcelona no solo se descubre caminando entre sus callejones, plazas históricas y edificios que susurran relatos de siglos pasados. También se vive a través de sus sabores, y pocos tan auténticos como el del vermut. Esta bebida, profundamente arraigada en la cultura catalana, es mucho más que un simple aperitivo; es un ritual social, un momento para detener el tiempo y disfrutar de la compañía y el entorno.

El vermut: de Grecia a Barcelona.

Aunque muchos asocian el vermut con el Mediterráneo, sus raíces nos llevan mucho más atrás, hasta la antigua Grecia. Fue Hipócrates quien experimentó con vinos infusionados con hierbas, creando un elixir medicinal conocido como vino hipocrático. Con los siglos, esta práctica evolucionó, y en el siglo XVIII, los italianos perfeccionaron el vermut tal como lo conocemos hoy.

El nombre, derivado del alemán wermut (ajenjo), homenajea uno de los ingredientes principales de esta bebida aromática. Pero fue al cruzar los Pirineos cuando el vermut encontró su verdadero hogar en Cataluña. Su sabor amargo-dulce y su versatilidad se ganaron rápidamente un lugar en las tabernas y bodegas de Barcelona, especialmente entre las clases trabajadoras, que lo adoptaron como la bebida perfecta para abrir el apetito antes de la comida.

El ritual de la hora del vermut.

En Barcelona, la hora del vermut no es solo una excusa para beber, sino un momento de encuentro. Este ritual, generalmente los fines de semana antes de la comida, está acompañado por una selección de tapas que parecen hechas a medida para resaltar los matices de la bebida: aceitunas marinadas, anchoas, chips artesanas y los clásicos boquerones en vinagre, son algunos de los acompañantes para esta bebida.

Las bodegas tradicionales del Barrio Gótico son testigos silenciosos de esta costumbre que se ha transmitido de generación en generación. Sentarse en una mesa, pedir un vermut con sifón y disfrutar de las conversaciones mientras el sol acaricia las calles adoquinadas es, en esencia, vivir Barcelona.

¿Por qué el vermut y no otra bebida?

El vermut es único porque, más allá de su sabor, cuenta historias. Cada sorbo es un viaje por las hierbas y especias que lo componen: canela, ajenjo, clavo, cítricos y raíces aromáticas. Es un reflejo de la pasión artesanal, un testimonio de cómo los pequeños detalles pueden crear algo extraordinario. Además, en Cataluña se han desarrollado recetas propias, dando lugar a vermuts que combinan tradición y modernidad.

Más que un aperitivo.

El vermut no es solo una bebida; es una invitación a conectar con las raíces de Barcelona, a compartir momentos y a disfrutar del presente. Así que la próxima vez que escuches «¿Hacemos un vermut?«, recuerda que estás participando en una tradición que ha unido a generaciones en torno a una mesa.

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